Pilar Gutiérrez: “Necesidad no es falta de dignidad”

Dairis Suárez

El Ropero Social de Santa Brígida dio un giro de 360º cuando la vecina Pilar Gutiérrez, más conocida por Pili, tomó las riendas en 2015. Ahora esta organización no sólo da ropa a los desfavorecidos, sino que también realiza pasarelas y trueques entre otras actividades, lo que ha hecho que sea de gran relevancia para la Villa.

– ¿Cuál fue el motivo que le hizo comenzar su andadura en este proyecto?

Hace muchos años que tenía la inquietud de dedicarme a este tema, pero ya estaba ocupado el cargo. Siempre he tenido la oportunidad de conseguir ropa y he ayudado a otras personas en momentos puntuales. En el año 2015 se me presentó la oportunidad de unirme al Ropero Social que ya existía y que llevaba una animadora de los Servicios Sociales. Según llegué ayudé a poner orden clasificando toda la ropa y gracias a los expedientes elaborados por las trabajadores sociales pude comenzar a crear lotes según las necesidades específicas de los usuarios

– ¿Cuánto tiempo dedicas al ropero?

Actualmente soy ama de casa, no estoy ejerciendo mi profesión. Me dedico al ropero en horario de tardes, otros momentos que puedo y los fines de semana, en mayor medida, para poder desarrollar todo como quiero. Me exijo mucho y soy muy responsable, me gusta que las cosas salgan bien, sobre todo de cara a la gente, para que sigan apoyando la causa.

 

– ¿Qué tiene que hacer la gente si quiere donar ropa?

El horario de recogida es los martes y jueves de cinco a seis de la tarde en  la calle El Mirador de la Villa, en la planta baja del club de mayores, que es donde está el ropero. En caso de que alguien no pueda ir en ese horario intento ponerme de acuerdo con ellos; eso sí, la ropa que se dona tiene que cumplir el siguiente lema: Necesidad no es falta de dignidad. Si la ropa está manchada, estropeada o rota no sirve.

– Una pasarela de moda solidaria, ¿cómo se le ocurrió esta idea?

Yo le doy siempre prioridad a los usuarios, pero desde que soy la responsable del ropero me empezó a llegar ropa de fiesta, trajes de vestir, ropa de marca con la etiqueta puesta; que en su mayoría no es lo que necesitan los usuarios. Entonces, una noche dándole vueltas a la cabeza se me ocurrió la idea de hacer un trueque, en el que no intervenga para nada el dinero, puesto que no me parece ético ni lógico, sino que en su lugar las prendas se intercambien por kilos de alimentos.

-¿Cómo estima el valor de cada prenda entonces?

Es una cantidad hipotética. He tenido ropa de marca por valor de 600 euros, pero no me parece justo al ser un trueque cambiarlo por el mismo precio ya que es algo que me dona la gente.

– ¿Cuántos intercambios ha realizado hasta ahora?

Por ahora llevo siete trueques. Los locales siempre nos los ceden particulares y estamos abiertos dos o tres días. Al principio tenía miedo al ser ropa de segunda mano ya que hay gente a la que le desagrada esto. Sin embargo, ha tenido muy buena acogida porque les parece estupenda la idea de llevarse algo ellos y, a la vez, generar beneficios para el almacén de alimentos. Además, esta pequeña idea también ha favorecido a los supermercados del pueblo, ya que los vecinos compran ahí los kilos de alimentos que después donan.

– Y de los trueques a las pasarelas de moda, una cosa llevó a la otra…  

Sí. La cosa fue creciendo y pensé: «si tengo ropa en condiciones, ¿por qué no mostrarla?». En uno de los trueques que hice probé suerte y realicé una pasarela de prueba en la que participaron miembros del club de mayores, usuarios del centro ocupacional y gente de a pie. Luego ya no era el hecho de hacer el pase de modelos y mostrar la ropa; sino que quise hacer un encuentro solidario de personas.

También participó el grupo de escala en hifi del pueblo, así como el grupo de  sevillanas, los comercios también donaron y pudimos hacer una rifa y canjear boletos; lo que hizo que la gente se viniera arriba. Tuvo una gran aceptación y la experiencia fue increíble, ver cómo se ayudaban unos a otros… Me emociono de sólo pensarlo.

– ¿Cuántos kilos de comida se recaudan en las actividades que lleva a cabo?

En el primer trueque conseguimos 700 kilos, pero en los últimos no bajamos de 1.000 kilos. La vez que más cantidad de alimentos recaudé fue cuando un amigo me donó bolsos de piel, cinturones y gafas de marca, en total valorados en más de  5.000 euros, lo que hizo que se recolectaran 1.890 kilos. No tengo como agradecérselo.

– Las donaciones y las ayudas prestadas son fundamentales…

Sí, yo sólo soy una intermediaria las donaciones son de vital importancia, tanto la ropa como el local particular en el que nos permiten hacer los trueques, así como la ayuda que me prestan amigas y voluntarios para atender a la gente, controlar que los productos no estén caducados… Quiero también agradecer al Ayuntamiento, a los operarios, a las trabajadoras sociales y al concejal Lucas Tejera por permitirme llevar a cabo esta labor.

– Habla con pasión y eso se nota. ¿Qué es lo más gratificante de este voluntariado?

Ver cómo poco a poco con trabajo y voluntad la gente pone de su parte, o que los vecinos te digan que cada vez te superas más. La satisfacción no te cabe en el pecho. Hay que vivirlo. También cuando empiezan a llegar los carros y las personas se van contentas con lo que han adquirido en los trueques.

– ¿Alguna idea de futuro?

Me gustaría disponer de un local mayor, para poder colocar la ropa de manera adecuada y tener una zona donde se puedan hacer talleres con la ropa que no se puede donar, pero que sí se puede aprovechar para hacer traperas y manualidades y crear un sitio donde se puedan unir otras personas y compartir momentos juntos.